¡Deja de decirme esas cosas! sentenció
con las manos empuñadas, la mandíbula tensa
y la mirada llena de rabia.
¡deja repetirme que cambiarás para que a la media hora
estés con otras!
Su voz sonaba segura, fría y dura.
¡yo ya no soy feliz, estoy mejor sin ti!
Apareciendo en su rostro, por fin una tenue sonrisa
Liberada por fin de las ataduras y de ella
Maryanne
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