Los hermanitos
1983
El estadio azteca es el máximo recinto futbolístico, situado en el distrito federal, en la colonia Santa Ursula Coapa, en la calzada de tlalpan. Sigue siendo una gran atracción conocerlo, un castillo deportivo, un lugar de luchas, héroes, balones y musica.
Carlitos ve los partidos y dice en su mente -¡yo lo voy a conocer!-. Plan que lleva a cabo convenciendo a Juanito ¡vamos al estadio azteca! sentencia. Juanito le mira ¿Pero como? señalando sus bolsillos vacios. ¡pues no lo se, pero vamos a conocerlo, es más iremos a ver al Cruz Azul y al Gato Marín, te lo juro! Juanito lo veía ilusionado, creía en el a pie juntillas, era su hermano mayor y nunca le había fallado.
Bien sabía Carlitos, que no podría contarselo a su Madre, quien diario llegaba cansada de tanto trabajar, apenas ajustaba a darle a sus 5 hijos de comer y lo indispensable. Las propinas eran buenas pero variables. Así que vivian al día.
En esa casa rentada, por la colonia San Agustín por la Delegación Ecatepec, vivían la tía Lulú y Carmen con sus hijos, cuyas edades iban de los 12 a los 7 años, un hogar donde la pobreza es presente, pero el amor lo era más.
Al separarse Carlos y Carmen, ella quedó con toda la responsabilidad bajo sus manos, asiíque cada uno de ellos tenia sus deberes en el hogar y la máxima de ahorrar y no gastar en tonterías.
Por eso Carlitos de 12 y Juanito de 11, decían mentiras piadosas y saliendo de la escuela se iban a dar bola a los zapatos, a hacer mandados en el mercado que tenían a unas calles, vendía dulces y chicles, en lo que podían, para juntar algunas monedas y tener dinero y darse algún gusto. Carlitos cuya personalidad inquieta, vivaz, alegre y amable, contrastaba con su estatura, su delgadez, su cabello negro y rizado y sus ojos negros. Parecía el gemelo de su hermanito Juan, pero se llevaban un año y tenían la misma estatura y peso. Solo que Carlitos era el mayor y lo obedecían todos, porque era el responsable y también, el que los ayudaba a terminar sus deberes y con quien jugaban mas.
Y decidió que irían a un partido de futbol. Para ello, investigo con los del mercado como ir al estadio, le dijeron que tendrian que caminar mucho, unas 10 cuadras, despues tomar el camión de San Agustín a la Candelaria, tomar el metro, trasbordar en Taxqueña y tomar el tren ligero al Estadio, muy complicado para ir, le decían. No contaban que Carlitos tenia una excelente memoria y ya tenia el dinero ahorrado, 20 pesos que ajustarían para todo, junto con Juanito.
Eligieron el mes de Mayo, prepararon el permiso de Mamá -Iremos a casa de la abuela- decía Carlitos, añadiendo -Y prometió algo dinero de Papá-. Juanito remató diciendo -Y me hacen falta zapatos ya- enseñándole la tapa de cartón con que protegían su calzado por aquello de los chicles y de los vidrios, de las piedras y de que durasen un poco más. Carmen no tuvo otro remedio que dejarles el permiso.
El tercer sábado de Mayo llegó, con mucho sol y una brisa fresca, no tan contaminada. Se bañaron y arreglaron, con sus pantalones de mezclilla y sus playeras blancas, con sus corazones latiendo y haciendo una promesa, no decir nada a sus hermanitos ni a nadie, seria su secreto. Juanito vea en su hermano a un pequeño gran señor, lo quería y admiraba mucho.
A las 2 pm salieron de su casa, caminaron 10 cuadras hasta la parada del camión, ruta alimentadora del metro, pero no les ajustaba el dinero así que se tomaron la libertad de subirse en la defensa, pegandose como moscas, sin medir peligro, tomandolo como parte de su aventura, tomaron la ruta hasta la Candelaria y el trasbordo en la estación Taxqueña, de ahi un pequeño camión y por fin, llegar al Azteca
La verbena popular, los puestos de comida, de banderas, de matracas, de ropa, de tenis, de bebidas, todo era ella un sin fin de imágenes, olores y gente, un desfile... los dos tomados de la mano sin separarse y zigzagueando para que sus ojitos lo vieran todo.
Carlitos se acercó a la taquilla y dijo dos boletos por favor, la despachadora solo recibió el dinero y ya, nunca se percato que eran 2 menores de edad y venían solos, un triunfo más.. se dijo el niño a si mismo.
Al entrar al estadio, los dos vieron todo verde, el pasto era totalmente verde, olía a Pino, después se dieron cuenta que había una estructura de concreto. Era más de lo que habían imaginado, era mágico y gigante.
Se sentaron en la zona más barata, la que pudieron pagar, estuvieron ahi prestando la atención al partido, aunque Carlitos veía todo lo que podía ver, grabando en su memoria cada detalle.
Al medio tiempo, pasaron vendiendo tortas de jamón y de queso de puerco, Juanito iba a pedir una, pero Carlitos lo impidió, no les ajustaría para el regreso a casa.
Lo que si pudieron hacer, era cambiarse de zona, así que quedaron en la zona preferente. Vieron el Gol de Fernando Bustos, que dió el gane al cruz azul 1 a 0 y el atajadón del Gato Marín. Gritaron de emoción
Al terminar el partido, les tocó una hermosa sorpresa, vieron que el señor de las tortas no había terminado sus ventas y daba 2 por 1. Sus estómagos dijeron la respuesta, Sí, nos las da, gastando lo último, pero valía la pena, con 1 pesos comieron los 2 como reyes.
Tomaron el camión que los llevaba al metro, del metro al camión... se presentaron con la Abuela, quienes los recibió con chocolate caliente con pan.
Nadie les hizo preguntas, eran ya las 8 pm y más valía que cenaran y descansaran, mañana, mañana ya sería otro día.
Maryanne